El 2 de octubre del 68 y la importancia de recordar y reelaborar

Por: Jürgen González

A la publicación de este texto nos encontramos a una semana de que se cumplan 52 años de los trágicos eventos que sucedieron la tarde-noche de un 2 de octubre, frente a la explanada del edificio Chihuahua, perteneciente al Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, mejor conocida como «La Plaza de las Tres Culturas» o, simplemente, Tlatelolco.

Una concentración de estudiantes, maestrxs y familias que salieron a manifestarse fue la cúspide de toda una serie de marchas y manifestaciones laborales y estudiantiles en la capital, que fue precedida por la famosa «Marcha del Silencio» que denunciaba la represión por parte del estado hacia las demandas de aquellas y aquellos que salían a las calles a alzar la voz ante injusticias e inconformidades; una concentración que habría de realizarse en un punto de confluencia de sincronicidades históricas, como solo en México se pueden dar; una plaza donde habría de recordarse y revivirse la misma historia en diferentes tiempos. Y, sin embargo, a pesar de ser una terrible repetición histórica, el 2 de octubre del 68 creó una cicatriz de un recuerdo imborrable.

Nos dice Freud, en su texto Recordar, repetir y reelaborar (1914), que aquel paciente que no recuerda nada de lo olvidado y reprimido habrá de actuarlo, que no lo reproducirá en recuerdo, sino como acción, y sin saber que lo hace. Esto viene a mi mente, pues ¿cuántas veces no hemos escuchado esta especie de sentencia que arroja que, si en México se siguen dando situaciones de la misma índole, una y otra vez, es porque «aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla»?

Con esto no pretendo ver a México como un ente por sí solo, capaz de ser analizado y recostarse en un diván, pero sí reconocer que, desde lo singular y particular de todxs, así como desde los grupos y colectivos que hay en México, se puede dar (y se ha ido dando) un proceso de reelaboración histórica para el país. ¿Por qué no repetir? Porque a mi parecer eso está fuera de nosotros, es un rol en el cual se juega el Estado, es él quien en su poder soberano decide dónde y cómo ha de ocurrir la repetición.

¿Acaso aquel famoso enunciado de «El 2 de octubre no se olvida» no es una invitación que se hace el pueblo a sí mismo para no solo no olvidar, sino para mantener vivo el recuerdo de los hechos y los saberes que a partir de ese día quedaron marcados en la piel de los mexicanos? ¿Acaso Freud no dice que es con la repetición con aquello que se comienza la cura?

Freud escribe que durante el proceso de análisis y recuerdo de las cosas el paciente puede voltear la mirada hacia otro lado, evitando observar aquello que le revele el desvelo de lo olvidado. ¿No es esto lo que pasa con nosotros, cuando, al descubrir las crudas verdades que eventos como el 68 y su recuerdo nos revelan, buscamos seguir alienados en la cotidianeidad ante los padeceres que esto nos pone en cara? De mi parte la invitación es a afrontarlos y no darles la espalda, pero también a recordar y no repetir, más bien, reelaborar el dolor.

Aceptar observar eso que el recuerdo histórico de los hechos nos develó implicará, entonces, que realicemos un reposicionamiento subjetivo y político, dentro de nuestro ser y hacer en la polis, de entender que las fuerzas armadas del estado no están para proteger a los civiles, que solo en otredad y en unión de colectivo (siempre dando un resto de nosotros por los otros) es que se pueden enfrentar hechos históricos (pasados y venideros) de una manera en que antes no se había hecho.

Así, pues, la parte en que se juega el estado, la de revivir, no hace sino confirmar (como el síntoma compulsivo al paciente) las verdades que detrás de ese recuerdo hay, que de manera posterior mutarán en nuevos saberes en pro de lxs sujetxs.

La historia es cíclica y a la vez dialéctica, nada se repite igual dos veces, es por ello que en México se siguen y seguirán sucediendo eventos atroces como el que hoy nos concierne (confío en que eso podría cambiar algún día, pero soy conciente que requerirá una reelaboración muy superior). Sin embargo, a mi parecer, aquello que le ha costado tanto al pueblo de México, pero que a su vez le ha permitido avanzar en su reelaboración, tuvo su origen en los acontecimientos de Tlatelolco del 68. Es a partir de ahí y hasta el día de hoy que se han reelaborado los hechos históricos, a partir del quehacer confrontativo y de la exigencia de justicia (así como los debidos trabajos de acompañamiento, soporte y representatividad), que el pueblo y grupos civiles dentro de este han ido ejerciendo e implementando, cada vez mejor y con más fuerza, y que gran ejemplo de ello las colectivas feministas, los grupos indígenas autogestivos y disidentes, los colectivos ambientalistas, los colectivos de reporterxs, etc.

Este texto es para recordar y nunca olvidar el 68, para permitirnos insertarnos en aquello que nos develó y asumir una responsabilidad civil e histórica ante los hechos pasados y venideros; para implicarnos en ellos y con quienes resulten directamente afectados; también para reconocer y aplaudir el quehacer civil singular, así como el de todas las colectivas y colectivos que aportan día a día a esa reelaboración histórica de México.

 


Bibliografía:

Freud, Sigmund, Recordar, repetir, reelaborar (1914), Buenos Aires, Editorial Siglo XXI.

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